Aunque
te conozco de
toda la vida,
hoy, al mirarte,
no he podido
reconocerte,
eres una extraña
para mí. Tus
ojos, antes
llenos de
alegría y
felicidad, hoy
son un reflejo
de tristeza y
pena. Tu
sonrisa,
principal señal
de tu identidad,
ya no existe, se
ha apagado tanto
como tú…, se fue
consumiendo
poquito a poco.
La vida, en un
periodo muy
corto tiempo, te
dio dos golpes
bajos que te
hicieron
doblarte hasta
besar el suelo.
Cuando
comenzaste a
levantarte ya no
eras la misma
persona. Aquella
persona llena de
ternura,
dulzura,
alegría,
sonrisas…
desapareció para
dar paso a otra
llena de
amargura y
tristeza que
disfrazabas de
mal humor, pero
que para los que
te conocemos tan
bien, sabíamos
que no era así,
que sólo
intentabas
evadir
preguntas,
comentarios…
Sólo querías que
te dejaran a
solas con tu
dolor, con tu…
¿vida?
Tu vida la
habías perdido
hacía tiempo,
sin
posibilidades de
recuperarla y,
como
consecuencia, te
dejabas ir,
“sobrevivir”
decías, porque
la vida que tú
querías, la que
perdiste, nunca
la volverías a
tener y otra ya
no te
interesaba, no
la querías.
Me dijiste en
una noche de
borrachera,
cuando la lengua
se desata más de
lo debido, que
creíste ver una
nueva
oportunidad de
ilusionarte, de
vivir, pero….más
tarde que pronto
descubriste que
todo había sido
un engaño, un
producto de tu
imaginación y
que al volver en
ti te diste
cuenta que nada
ni nadie podría
hacerte
recuperar todo
lo que habías
perdido.
Te enamoraste
dos veces en tu
vida, sólo dos.
Dos veces que
hubieras dado tu
vida por esas
personas, pero
desgraciadamente
perdiste ambas
oportunidades.
Ambos
desaparecieron y
te quedaste
perdida entre
tinieblas.
Desde entonces
te encerraste en
ti misma, no
cediendo ni un
ápice en tu
determinación de
no volver a
abrir la puerta
de tu corazón.
Solo tú conocías
el mayor deseo
que anhelaba tu
alma…irte, en
silencio, sin
molestar, sin
que nadie se
preocupara, sin
que nadie te
echara de menos.
Mientras tanto,
te has ido
encerrando cada
vez más,
alejándote lo
más posible de
todo el mundo.
Sé que lo que no
quieres es
sufrir más, tu
alma y corazón
están demasiado
heridos, podría
decir casi
muertos, no
quieres que
nadie se te
acerque
demasiado para
no tener que
llorar la
ausencia si
llegara el caso,
otro embite no
lo podrías
resistir, y
aunque nadie te
comprenda no te
importa; el
resto del mundo
puede pensar lo
que quiera, te
da exactamente
igual, has
tomado una
decisión y, por
el momento, no
piensas
revocarla.
Quiero que sepas
que te
comprendo, que
aquí sigo, que
aunque no te
reconozca ahora,
no pierdo la
esperanza de
volver a ver en
tu rostro tu
bella sonrisa y
la alegría en
tus ojos, esos
ojos hoy
apagados y
tristes.
Siempre estaré
aquí contigo,
añorando, por
momentos, a
aquella otra que
un día decidió
desaparecer. |